Traveling with mother is a little different than going solo. On me own I tend to move on a whim. I awake when I want to, eat and drink what and when I desire, and tend to make last minute decisions to jump on a bus, train, or plane to satisfy random curiosities. Such is the life of a solo male traveler.
With mother, the decision-making process was more laborious, but rewarding in different ways. In this case, our accommodations were more luxurious but the schedule more structured. But I did not have the opportunity to socialize with other travelers or locals. However, the most important thing was I got to travel with mother while she is still active enough to do so.
Puerto Iguazú, a Northern Argentine frontier town separated from Paraguay and Brazil by the River Iguazú, was fairly low-key as tourist towns go. Outside of the immediate areas of the Iguazú National Park and the town's bus stations, the local denizens are desperately poor and the environment a world apart from the cosmopolitan Argentine capital. Further, perhaps due to the town's location as an international crossroad, the Argentine Gendarmes were out in force at every street corner, directing traffic and stopping buses to question travelers.
Originally founded in 1610 in present day Brazil, the San Ignacio Reduction relocated to its current location in 1696. Far from my youthful fancies of Indiana Jones-like discoveries, I reached the Jesuit ruins by a 5 hour bus ride from Puerto Iguazú, stayed at the Adventure Hostel and ordered take-out pizza. Perhaps because it was low season, but for a small dog who followed us for two hours through the ruins, mother and I got to experience the Guaraní baroque grandeur of San Ignacio Miní in splendid isolation.
* * *
Me dijeron que debería tener cuidado con el dengue en el norte de Argentina, ya que los mosquitos allá son especialmente fieros y podrían contagiar la enfermedad temida. Sin embargo, Las Cataratas Iguazú es un sitio famoso y realmente lo quería ver.
Viajando con mi mamá es un poco diferente a mis viajes solos. En esos casos yo suelo despertarme y viajar cuando quiera, comer y tomar lo que desee. Esa es la vida de un viajero solo.
Pero cuando con mi mamá, el proceso para tomar una decisión es más laborioso, pero gratificante en formas distintas. En este caso, neustro alojamiento era más lujoso pero el plan más estructurado. Pero no tuve la oportunidad de conocer a otros viajeros y a la gente local. Sin embargo, lo más importante fue poder viajar con mi mamá mientras ella puede hacerlo todavía.
Puerto Iguazú, un pueblo en la frontera que está separado de Paraguay y Brasil por el Río Iguazú, era muy tranquilo. Afuera de los distritos inmediatamente de las cataratas y la terminal ómnibus, las habitantes locales son desesperademente pobre y estan en otro mundo fuera de la capital federal cosmopolita. Además, quizás por la ubicación en la frontera, había agentes de la Gendarmería Nacional Argentina en cada esquina, dirigiendo los coches y deteniendo los colectivos para interrogar a los viajeros.
Originariamente establecido en 1610 en lo que ahora es Brasil, la reducción de San Ignacio se instaló en su sitio actual en 1696. Lejos de mi fantasia juvenil de Indiana Jones, llegué a las ruinas jesuitas con un colectivo que tardó 5 horas, pasé la noche en el Adventure Hostel, y pedí una pizza para llevar. Tal vez porque era temprada baja, con la excepción de un perrito que nos acompañó por dos horas en las ruinas, pudimos conocer la grandiosidad barroca de los Guaranís en un aisiamiento espléndido.
Pero cuando con mi mamá, el proceso para tomar una decisión es más laborioso, pero gratificante en formas distintas. En este caso, neustro alojamiento era más lujoso pero el plan más estructurado. Pero no tuve la oportunidad de conocer a otros viajeros y a la gente local. Sin embargo, lo más importante fue poder viajar con mi mamá mientras ella puede hacerlo todavía.
Puerto Iguazú, un pueblo en la frontera que está separado de Paraguay y Brasil por el Río Iguazú, era muy tranquilo. Afuera de los distritos inmediatamente de las cataratas y la terminal ómnibus, las habitantes locales son desesperademente pobre y estan en otro mundo fuera de la capital federal cosmopolita. Además, quizás por la ubicación en la frontera, había agentes de la Gendarmería Nacional Argentina en cada esquina, dirigiendo los coches y deteniendo los colectivos para interrogar a los viajeros.
Originariamente establecido en 1610 en lo que ahora es Brasil, la reducción de San Ignacio se instaló en su sitio actual en 1696. Lejos de mi fantasia juvenil de Indiana Jones, llegué a las ruinas jesuitas con un colectivo que tardó 5 horas, pasé la noche en el Adventure Hostel, y pedí una pizza para llevar. Tal vez porque era temprada baja, con la excepción de un perrito que nos acompañó por dos horas en las ruinas, pudimos conocer la grandiosidad barroca de los Guaranís en un aisiamiento espléndido.