(Written in August 2009) Up and down the hills I climbed and descended through Ouro Prêto's ancient cobblestone streets, occasionally accompanied by a chorus of church bells. In many ways the mountains and the sky around this Portuguese colonial town reminded me of northern New Mexico.
Every sixty minutes, the Church of Our Lady of Carmen (Nossa Senhora do Carmo), which straddles one of the more prominent hills of the city and overlooks Praça Tiradentes, Ouro Prêto's main town square, would ring in the new hour. But instead of the orderly bells of North American or European cathedrals, those of Ouro Prêto were somehow different - perhaps more spontaneous. Like that of an Indian marching band, with whom each note is more casually and individually articulated but somehow would harmonize to produce music, the bells of Ouro Prêto seemed to celebrate the joie de vivre that is unique only to Brazil.
St. Francis of Assissi Church, Ouro Prêto / La Iglesia de San Francisco de Asís, Ouro Prêto
The Paraty Habor / El Puerto de Paraty
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(Escrito agosto 2009) Subía y descendía por los callejónes de adoquínes antiguos de Ouro Prêto, ocasionalmente me acompañaba un coro de las campanas de las iglesias. En muchos sentidos las montañas y el cielo de este pueblo colonial portugués me recordían del norte de Neuvo Mexico.
Cada sesenta minutos, la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, la que se sienta una de las colinas del pueblo más prominente y da a Praça Tiradentes, la plaza principal de Ouro Prêto, sonaran en la nueva hora. Pero en vez de las campanas ordenadas de las catedrales norteamericanas o europeas, las de Ouro Prêto eran diferentes por alguna razón – quizás más espontáneas. Como lo de una banda de India, con el que cada nota es expresada individualmente y con más informalidad pero con alguna manera armonizarían para realizar música, las campanas de Ouro Prêto paracía celebrar la única alegría de vivir de Brasil.
Solamente la semana anterior, estaba en Paraty del Estado de Rio de Janeiro. Como el puerto que exportaba la riqueza de Brasil a Lisboa, la arquitectura de Paraty expresaba la exuberancia de los colonos portugueses y sus señores, pero quizás no las desesperaciónes de los esclavos africanos que trabajaban esta tierra.